De nuevo un mapa gigante era nuestra guía de carrera, con dos zonas muy bien diferenciadas: una primera zona militar, las Navetas, muy pedregosa y en la cual eché en falta más detalle. Solo la poderosa intuición de Julián me salvó porque en determinados momentos no sabía ni dónde estaba.
La otra zona estaba marcado por un enorme Arroyo de la Ventilla, que te obligaba a ir por un lado de ella. El mapa era bastante más urbano, solo con la complejidad de las inmediaciones del Arroyo y sus barrancos afluentes. En algunos de estos tramos ya se podía correr, no como en las Navetas donde la orientación fue tan técnica que el ritmo era muy lento.
Para rematar hicimos las balizas urbanas y a meta. La clasificación al final, 17 de 29, con un coeficiente de puntuación muy similar que las de toda la Liga de Rogaine.
La Liga acabó en Navaleno, pero no pudimos asistir. A pesar de todo, conseguimos un 5º puesto en la Liga Española de Rogaine y el consiguiente diploma de la FEDO, premio a la regularidad y a la asistencia a esta interesantísima modalidad de la orientación a pie.
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